jueves, 17 de diciembre de 2015

Relato - Trabajo en grupo.

Todo comenzó hace dos semanas, yo falté a clases porque debía ir a medico con mi mamá, y la profesora de historia nos dio un trabajo coeficiente dos para hacer en grupos de cuatro. 

En mi grupo de amigas somos cinco, las otras cuatro fueron ese día. Por más que le pedí a la profesora que me dejara estar en el grupo de mis amigas me dijo que no. Claro, argumentó que si me permitía a mí estar en un grupo de cinco personas, todo el mundo querría modificar el suyo. 

El nuevo grupo eran tres chicas, de las tres, yo no me llevaba mal con ninguna, pero Tamara era nueva y no la conocía del todo. Quedamos de juntarnos en mi casa el día viernes para poder comenzar. Debíamos hacer una carpeta con investigación sobre el pueblo mapuche y una presentación en PowerPoint junto con una exposición donde todos los integrantes participaran. 

El día jueves, Emilia dijo que mejor hiciéramos el trabajo en su casa porque su mamá no podía ir a buscarla en la noche y todas aceptamos. 

Ese día mi mamá debía ir a buscarme y llevarme a casa a buscar el material de apoyo y luego llevarme a la casa de Emilia, pero por su trabajo no pudo. Hice una pataleta, pero mi mamá me dijo que le era imposible. Llamé a la casa de Emilia para contarle que no podía ir y mientras estábamos hablando, al parecer tenia puesto el manos libres porque de pronto escuché la voz de Tamara. 

—Sabes, creo que confundes la amistad con la responsabilidad, te hicimos un favor al incluirte al grupo y tú ahora no quieres venir.
—No, no es eso, es que…
—Deberías buscarte otro grupo o hacer el trabajo sola, porque no toleramos tu falta de compromiso.
Me sorprendió la respuesta, porque no éramos tan amigas, pero yo no había hecho problema cuando Emi dijo que no podía ir a mi casa. 

La cosa fue que me molesté con ellas, y comencé a hacer el trabajo por mi cuenta, era mucho trabajo, pero no me importó, prefería eso a tener que pedirle el favor de que me aceptaran en su grupo.
Pasé todo el fin de semana sin hablar con nadie mientras hacia el trabajo, de pronto, Poroto, un compañero con el que me llevaba muy bien me habló por Facebook. 

—Hola tú
—Hola, don Poroto.
—Eeem, cómo estás???
—Bn bn y tu ¿?
—Bien
    Te peleaste con tus amigas?
—No son mis amigas
    Cómo supiste??
—Por el Facebook del curso
   Tamara publicó que eras irresponsable
   Y todo el mundo comenzó a contestar la publicación. 

Entré al Facebook del curso, pero no vi las publicaciones porque me habían bloqueado, así que le pedí a Poroto que me mandara un pantallazo de lo que había visto. Resulta que Emi había publicado un estado donde decía que yo era irresponsable y muchas cosas más, incluso cosas que no habían pasado, como que les había dicho que me tenían que incluirme en el grupo aunque no hiciera nada porque la profe lo había dicho. La cosa se puso rara cuando ninguna de mis amigas me contestó los mensajes, todas me dejaban el visto en Facebook o el doble check en What´sApp. 

Cuando llegué el lunes, ninguna me hablaba. De hecho, Poroto, que era con quien me sentaba era el único que me dirigía la palabra, todos los demás me hacían la ley del hielo. 

Decidida a revertir la situación hablé con mis amigas, pero fue peor, porque comenzaron a hacer memes con mi foto diciendo “perdón, quiero volver”. Todo el curso me evitaba, como si fuera una leprosa, y me enviaban los peores mensajes, mensajes que me hacían sentir pésimo. Comencé a pedirle a mi mamá que me viniera a buscar al colegio apenas llegaba. Ella como sabia madre, a pesar de saber todo el problema me dio solo palabras de madre “búscate amigas nuevas”, “ya se les pasará”, “preocúpate de estudiar” y muchas otras que en realidad, a pesar de que vienen con la mejor intención, no ayudan en nada, porque ella no entiende que el colegio es como una sociedad diferente. 

Mi mamá fue al colegio a hablar con la profesora, pero ella le bajó el perfil al asunto diciendo que son cosas de niños y ya pasará. Comencé a notar que todo giraba en torno a los valores que nos infundían en el colegio, el cual era estrictamente católico y yo al ser hija de mamá soltera, estaba en una posición donde no tenía como evitar el problema. 

Tamara comenzó a inventar cosas sobre mí y mi familia. Comenzó a decir que mis papás se habían separado porque mi papá se había ido con su secretaria, o que mi mamá había sido infiel. De verdad no sé porque lo hizo, nunca tuve un problema con ella o con nadie. Pero definitivamente la situación ya sobrepasaba mi límite de paciencia. 

Un día, me topé con Tamara en el patio del colegio después de clases de educación física. Le pregunté por qué estaba inventando todo y no me dijo nada, simplemente me ignoró. Insistí, y una palabra que antes no significaba nada, pasó a ser la que más me ha dolido. 

—Yo, no, hablo, con, Bastardas. 

Bastarda, creo que ser hija de madre soltera nunca me había causado ningún problema. A nadie nunca le ha importado, a pesar de que en cada actividad del colegio mi madre y yo éramos las únicas mujeres solas que formábamos una familia. 

—¿Por qué dices eso?
—Porque lo eres, tu papá te abandonó.
—No es así, el murió
—…
—En un incendio, cuando yo era bebe, era bombero.
—Claro, y ahora se supone que es un héroe… eres una mentirosa. 

No quería estar en el colegio. El día de la presentación fui la única que expuso sola, pero aun así fui la mejor nota. Cuando terminé de exponer, les dije a todos lo que sentía. 

—Lo siento, creo que no he hecho nada para ser tratada así, en realidad sigo siendo la misma persona que conocen desde kínder, con quien se han reído y peleado. No les pido que vuelvan a ser mis amigas, o amigos, solo que no me hagan sentir basura. 

Un chico hizo un ruido gracioso y todo el mundo se rió, fue entonces que Poroto le dio un golpe en la nuca y casi de forma una pelea. 

La cosa en realidad terminó bien, Poroto y yo nos hicimos más amigos de lo que éramos, de hecho, él era malo para jugar a la pelota, así que prefería hablar conmigo cuando salíamos a recreo en vez de estar jugando. 

Mi mamá siempre quiso a Poroto, desde pequeño, por eso se alegró al saber que era mi nuevo mejor amigo, aunque mirándolo bien, ya lo era. Cuando mis amigas al fin decidieron levantarme la ley del hielo, ya no las necesitaba, aun así seguimos teniendo buena onda. 

A pesar de que Tamara había gestado todo, me puse triste al saber que sus papás se estaban separando. Comprendí muchas cosas.


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