¿Que siento cuando alguien me lee? Realmente es
una sensación difícil de describir. Primero viene el nerviosismo
"Guillermo, leí uno de tus relatos-cuentos-novelas-estupideces..."
solo esa pequeña fracción de oración consigue que mi mente ordene la liberación
de pequeñas cantidades de endorfina y me invada la felicidad.
“Y creo que es lo peor que he leído”:
Sinceramente, esto nunca me ha ocurrido, mis lectores siempre son amables —son
los mejores del mundo, los quiero a todos (menos a Claudia, la bruja muggle)— y
siempre tienen palabras positivas. Claro, siempre me destacan mis faltas de
ortografía o uno que otro problema que pudiera tener el escrito, pero son gajes
del oficio.
“Y creo que es algo (raro, diferente,
escandaloso, tonto, etc)”: Es lo más común, con el paso del tiempo aprendí que
no debo escribir lo que está de moda, sino que escribir lo que a mí me guste.
Lo que me haga feliz. Tal vez, si alguna persona lo lee, y está pasando por lo
mismo que yo paso, encontrará que el texto es bueno, o tal vez, si alguna
persona tiene un mínimo conocimiento de literatura, me dirá que debo dedicarme
a vender droga porque esto no es lo mío.
“Y me ha encantado”: El terminar la oración con
esta frase es algo que me mata. A lo largo de mi cortísima carrera de escritor,
he recibido suficiente número de críticas positivas. Realmente me alegran hasta
el peor día. Las personas que hasta el momento han leído mi novela homónima
(Efecto Lucy) en su mayoría me han dicho que les ha encantado. Y varias
personas me han preguntado si tendrá una segunda parte.
“Wow, es increíble, dime que escribirás una
segunda parte”: La primera siempre es la más importante. Un chico de costa
rica, de 16 años, que se llama José Vega —¡Hola José!— Fue el primero fuera de
mi círculo de confianza en leer mi novela y su crítica fue tajante: Le había
encantado.
Que una persona cercana te lea y te diga, “sí, me
ha gustado…” es genial, realmente, pero cuando un chico de Costa Rica, muy muy
lejos de mi querido Chile, me dijo algo así, me sentí en las nubes. Mi cerebro
abrió el grifo de la endorfina y mis venas la trasladaron hasta mi última
célula. Estuve feliz un buen par de días.
Luego vino Elena Delos —¡Hola Elena!— de Escriba de Avalón
(www.escribadeavalon.cl) su crítica a mi novela fue hermosa, de verdad. Fue
genial para mí estar sentado y de pronto ver la portada de mi libro en Facebook
diciendo “nueva reseña”. Cosas así te alegran el día. Hasta el peor de los
días.
Después de muchas semanas pensando en dejar de
escribir, porque sinceramente no estaba llegando a ningún lado, un chico al que
le había dejado mi libro hace unos tres meses me dijo que lo estaba leyendo.
Pensé “vale, él es booktuber, de
seguro lo comparará con alguna de las sagas grandes y me quedaré bajo la línea
de calidad” Jorge Ulloa —¡Hola Jorge!— de coleccionando libros
(youtube.com/c/ColeccionandoLibros) Me dijo algo que no puedo describir de otra
forma que no sea alcanzar el nirvana. Sin entrar en detalles, también me
preguntó si la novela tendría una segunda parte. Y avanzando en la conversación
me dijo una frase me volvió loco “creo que soñaré con el libro”…
Ser autor es súper fácil, cualquiera toma su computador
—o cuaderno, o máquina de escribir, o cincel y piedra, dependiendo de la edad—
y comienza a escribir. Lo realmente difícil es ser leído, conseguir una persona
fuera de tu círculo de confianza que quiera arriesgarse a perder el tiempo con
un autor hasta el momento anónimo. Yo he tenido la suerte de conseguir
lecturas, tal vez no muchas, pero si las suficientes para seguir insistiendo,
seguir pensando en escribir todos los días. En aquella nota adhesiva pegada en
mi mente que dice “escribe media hora y lee al menos dos horas al día”. Es
increíble que en algún momento pensé en despegarla de mis atrofiadas
neuronas.
Gracias por darse una vuelta por aquí, agradezco
cada lectura como si fuera la primera y última.
PD: Dentro de unos días estaré subiendo Efecto
Lucy. Como descarga absolutamente gratuita en los formatos ePub y Pdf, para
quienes quieran perder el tiempo. Saludos
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