viernes, 8 de enero de 2016

Relato - El chaleco reflectante




Oír a su papá reclamar acerca de la nueva normativa impuesta en la ley de tránsito sobre tener que usar un chaleco reflectante al bajar del auto, le daba a Oliver una imagen de lo que sería la vida de todos. 

Por un momento, todos usarían ropa amarilla, todos brillarían con la luz de los focos del Escarabajo de su papá y seria como uno de esos video juegos donde todos los malos son radioactivos. 

La travesía fue gigantesca, primero debieron buscar por cielo, mar y tierra el dichoso chaleco, mientras su papá reclamaba que seguramente algún negocio habían hecho los senadores o diputados.

Encontraron el chaleco en la calle, un tipo con un paño los vendía como agua en el desierto, su papá dijo “cuesta un huevo y parte del otro”, y Oliver pensó que los huevos  no eran tan caros, que su papá estaba armando un berrinche.

Subieron al auto y lo dejaron sobre el tablero. Fue cosa de suerte. Dos cuadras abajo un carabinero los detuvo, y el hombre le exhibió la documentación del auto y con la palma abierta invitó al oficial a que metiera la nariz dentro de la cabina para cerciorarse de que efectivamente el chaleco estaba ahí.

El carabinero un poco molesto por la actitud del hombre, optó por pedirle que abriera el paquete y sacara el chaleco. 

—Lo siento señor, su chaleco no cumple con la norma, voy a tener que proceder a multarlo.

Los insistentes reclamos de su papá solo valieron para que el carabinero le ofreciera aumentar el número de multas o quedarse callado.

El hombre, chaleco en mano, volvió a reclamarle al vendedor que ya no estaba. Enfurecido siguió buscando un chaleco que cumpliera la norma vigente y al pasar por un basurero hizo el gesto de lanzarlo dentro, pero Oliver le gritó que no lo hiciera.

Le dio el chaleco al niño, quien debido a su baja estatura, al ponérselo le llegaba casi a las rodillas. Su padre había avanzado; Oliver tuvo que correr para poder alcanzarlo y el chaleco comenzó a flamear tras él. Por un segundo su chaleco dejo de ser un chaleco y pasó a ser una capa.

Había nacido un nuevo súper héroe; bajito y de anteojos, pero absolutamente lleno de súper poderes.  



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